¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? 2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. 3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. 4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Isaías 53:1-5
Aquello que ha sido sanado usualmente mantiene la memoria de aquello de lo cual ha sido sanado. El dolor sigue siendo parte de nuestro pasado aun cuando hayamos sido sanados.
El quebrantamiento de Jesús trajo la sanidad de nuestras heridas. Y así como el dolor y el quebrantamiento no fueron el final de la historia para Jesús, tampoco lo serán para la nuestra. Aunque el dolor sea parte de nuestro pasado, no tiene la última palabra en nuestra vida. En Jesús podemos encontrar sanidad física, emocional y espiritual. Un día Jesús secará cada lagrima de nuestros ojos; un día seremos completamente sanados y restaurados, y el dolor sera al fin borrado de nuestra memoria para siempre.
No tenemos porque avergonzarnos de nuestro dolor y de nuestras heridas porque fue por ellas que Cristo ofreció su vida en sacrificio. Toda bendición a la que tenemos acceso en la vida cristiana es debido al sacrificio de Cristo en la cruz. El Dios que creo todas las cosas fue herido y quebrantado para que nosotros pudieramos ser sanos y libres de la esclavitud del pecado. Esta es una buena noticia, digna de recordar y de compartir!
Aquello que ha sido sanado usualmente mantiene la memoria de aquello de lo cual ha sido sanado. El dolor sigue siendo parte de nuestro pasado aun cuando hayamos sido sanados.
El quebrantamiento de Jesús trajo la sanidad de nuestras heridas. Y así como el dolor y el quebrantamiento no fueron el final de la historia para Jesús, tampoco lo serán para la nuestra. Aunque el dolor sea parte de nuestro pasado, no tiene la última palabra en nuestra vida. En Jesús podemos encontrar sanidad física, emocional y espiritual. Un día Jesús secará cada lagrima de nuestros ojos; un día seremos completamente sanados y restaurados, y el dolor sera al fin borrado de nuestra memoria para siempre.
No tenemos porque avergonzarnos de nuestro dolor y de nuestras heridas porque fue por ellas que Cristo ofreció su vida en sacrificio. Toda bendición a la que tenemos acceso en la vida cristiana es debido al sacrificio de Cristo en la cruz. El Dios que creo todas las cosas fue herido y quebrantado para que nosotros pudieramos ser sanos y libres de la esclavitud del pecado. Esta es una buena noticia, digna de recordar y de compartir!
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