Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. 2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. 3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. 4 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. 5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre. 6 He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. 7 Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve. 8 Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido. 9 Esconde tu rostro de mis pecados, Y borra todas mis maldades. 10 Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. 11 No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. 12 Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente. 13 Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, Y los pecadores se convertirán a ti. 14 Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; Cantará mi lengua tu justicia. 15 Señor, abre mis labios, Y publicará mi boca tu alabanza. 16 Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; No quieres holocausto. 17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. - Salmos 51:1-12.-
Estamos a unos días de Semana Santa, donde los cristianos recordamos la muerte de Jesús y celebramos su resurrección. Y este es un tiempo ideal para preparar nuestro corazón de tal manera que podamos estar más sensibles a aquello que el Señor nos quiere hablar a cada uno de nosotros. Pero para eso, debemos dejar de lado aquello que estorba en nuestra relación con Dios.
Alguien dijo que lo que la suciedad es para el cuerpo, es el pecado para el corazón. Y basado en esto, no es difícil que muchos de nosotros nos identifiquemos con el rey David en éste Salmo 51. Así como David, muchos de nosotros le hemos fallado a Dios, nos hemos rebelado contra él; en pocas palabras, hemos errado al blanco. Pero la buena noticia es que a pesar de todo eso, podemos apelar a la gracia, misericordia, y al amor de Dios. En éste Salmo, el rey David expresa tres peticiones ante Dios: límpiame, restáurame, úsame.
Muchas veces queremos por nosotros mismos limpiar nuestro corazón de aquello que sabemos que no está bien, pero eso no nos toca a nosotros sino al Señor. Nosotros pedimos, y el limpia. Así como David, nuestro trabajo es pedir y Dios se encarga de limpiar.
Pero David quizo ir mas allá, pidió no solo ser limpio sino tambien restaurado para poder servir de manera agradable al Señor. El sabía que su corazón era la fuente de sus problemas y que él solo no podría cambiarlo, así que acude a el único que podía hacer tal milagro.
La palabra “límpiame” en éste Salmo hace referencia a la limpieza de ropa sucia. En el tiempo de David, el lavar y cambiar de ropa significaba un nuevo comienzo. Y hoy, es un buen día para que nosotros también comencemos de nuevo. Lo que debemos hacer, es venir ante él único que puede crear un corazón nuevo y renovar nuestro espíritu para poder servirle como el desea. Solo así esas áreas escondidas de nuestra vida podran ser limpiadas y nuestro espíritu brillar para su gloria.
Estamos a unos días de Semana Santa, donde los cristianos recordamos la muerte de Jesús y celebramos su resurrección. Y este es un tiempo ideal para preparar nuestro corazón de tal manera que podamos estar más sensibles a aquello que el Señor nos quiere hablar a cada uno de nosotros. Pero para eso, debemos dejar de lado aquello que estorba en nuestra relación con Dios.
Alguien dijo que lo que la suciedad es para el cuerpo, es el pecado para el corazón. Y basado en esto, no es difícil que muchos de nosotros nos identifiquemos con el rey David en éste Salmo 51. Así como David, muchos de nosotros le hemos fallado a Dios, nos hemos rebelado contra él; en pocas palabras, hemos errado al blanco. Pero la buena noticia es que a pesar de todo eso, podemos apelar a la gracia, misericordia, y al amor de Dios. En éste Salmo, el rey David expresa tres peticiones ante Dios: límpiame, restáurame, úsame.
Muchas veces queremos por nosotros mismos limpiar nuestro corazón de aquello que sabemos que no está bien, pero eso no nos toca a nosotros sino al Señor. Nosotros pedimos, y el limpia. Así como David, nuestro trabajo es pedir y Dios se encarga de limpiar.
Pero David quizo ir mas allá, pidió no solo ser limpio sino tambien restaurado para poder servir de manera agradable al Señor. El sabía que su corazón era la fuente de sus problemas y que él solo no podría cambiarlo, así que acude a el único que podía hacer tal milagro.
La palabra “límpiame” en éste Salmo hace referencia a la limpieza de ropa sucia. En el tiempo de David, el lavar y cambiar de ropa significaba un nuevo comienzo. Y hoy, es un buen día para que nosotros también comencemos de nuevo. Lo que debemos hacer, es venir ante él único que puede crear un corazón nuevo y renovar nuestro espíritu para poder servirle como el desea. Solo así esas áreas escondidas de nuestra vida podran ser limpiadas y nuestro espíritu brillar para su gloria.
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